Daniel Garcia Rojas

Este lugar es una mesa. Un rincón que levanté porque no encontré otro mejor lugar donde respirar. No hay grandes promesas aquí, solo la honestidad que se exige al final de un día largo. Es mi taller digital, sí. También mi portafolio artístico. Un desorden que es mío.

Vengo de las aulas. Conozco el rigor de la Universidad de Chile y la cadencia de la literatura en la UBA. Vi de cerca a los que hoy mandan en la nueva política chilena. Y todo ese bagaje, esa pesadez, lo suelto aquí.

La Taberna fue construida con el músculo justo: Next.js y [Sanity/Hygraph]. Rápida, limpia. Sin esa grasa vieja que pide permiso. La tecnología es solo la herramienta que me permite ser autosuficiente. Me da la libertad de no depender.

Aquí se publica el sedimento, lo que arrastro:

La Obra y el Gesto: El acto de crear para no volverse loco. Mis composiciones musicales, los poemas que son gritos, los experimentos que no tienen nombre. Es la alegría de hacer cosas, de ser un constructor que también es un artista. El esfuerzo por darle seriedad y constancia a esa ambición, que es lo único que nos queda.

La Palabra y el Desvelo: La escritura es mi sitio. Aquí hablo de la literatura que me ha roto. De mis inquietudes espirituales que no le interesan a nadie. De las especulaciones políticas que se cocinan en la calle y no en el Congreso. De la actualidad vista con la desilusión que da la filosofía. Hablo del amor que se va, y de los videojuegos que te salvan de una tarde.

Hay luchas que se pelean en silencio: la mía contra el abismo, contra la autocensura, contra esa costumbre de achicarse. Escribo para reconocer la pelea. Para que la madurez no sea sinónimo de cobardía. Y para que todo lo que pasó en Octubre no se convierta solo en una fecha en el calendario.

Ser libro es mi último acto de fe. Escribir hasta que el papel me devuelva el alma que perdí.

La Taberna está abierta. Entra. No hay nada que entender, solo que mirar. Lo que está aquí, ya no me duele tanto.