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Publicado el: 29-10-2025
Ciencia Ficción

Por N-25 (Archivo Recuperado: 20.10.2055)

Claro que todos hemos visto las "restauraciones".

En la escuela, nos mostraban la Era del Ruido. Esas imágenes planas y granuladas de principios de los años veinte. La gente caminaba por las calles mirando pantallas de mano, crudas, sin Óptica superpuesta. Respiraban aire no filtrado. Sus rostros eran... ruidosos. Asimétricos. Llenos de luz pobre y sombras accidentales.

Mi Musa (la mía es una configuración "Séneca", muy tranquila) siempre me susurraba en el oído perceptual que esas imágenes eran data corrupta. Artefactos de un tiempo en que la captura de la realidad era un proceso físico imperfecto, como tratar de atrapar agua con un tenedor.

Mi trabajo es limpiar esos artefactos. Soy Curador de Legado.

La gente nos envía sus archivos familiares más antiguos. Mi trabajo es pasar los videos de 2025, las fotos de 2030, por los filtros de síntesis. Estabilizo el pulso tembloroso de una mano humana que sostenía un dispositivo. Elimino el ruido del viento. Reconstruyo los rostros borrosos de los bisabuelos basándome en los promedios genéticos de la familia.

Le devuelvo a la gente recuerdos perfectos. Limpios.

El problema empezó con el Archivo-74b. Era una reliquia. Un cumpleaños de 2026.

La imagen era terrible. La iluminación, toda amarillenta por las bombillas de tungsteno. El audio era un desastre, dominado por una voz que el sistema identificó como "Abuela Elara", que cantaba desafinada. Había una niña pequeña —la cliente, ahora una mujer de mediana edad— llorando porque no podía apagar las velas.

Mi protocolo era claro.

  1. Corregir el balance de blancos (de amarillo a luz de día neutra).
  2. Aislar el audio. Bajar la voz de "Elara" (-30db).
  3. Aplicar filtro de calma a la niña. Sintetizar una toma alternativa (basada en otras sonrisas del archivo) donde sí apaga las velas.
  4. Renderizar en 8K espacial.

Hice el trabajo. El resultado era hermoso. La luz era perfecta. La niña sonreía. La abuela cantaba suavemente, en un tono armónico que mi Musa generó.

Envié el archivo.

La cliente solicitó una videollamada. Raro.

Apareció en mi interfaz. Se veía vieja, su rostro real no estaba suavizado por los filtros de vanidad estándar.

—¿Qué es esto? —dijo. Su voz era plana.

—Es su recuerdo. Restaurado.

—No. Esto no es.

Activó su propia pantalla. Reprodujo el archivo original. La grabación ruidosa, amarilla y caótica. La niña gritando. La abuela cantando como una gata atropellada.

—¿Oyes eso? —preguntó la cliente.

—Oigo el ruido —dije—. Lo limpié para usted.

—Ese "ruido" —dijo ella, y su voz se quebró, pero mi Musa lo filtró como "aumento de emoción" antes de que llegara a mis oídos— es mi abuela. Así es como sonaba. Cantaba así de fuerte. Y yo lloré. Lloré durante una hora porque quería el trozo de pastel de la esquina. Fui un monstruo ese día.

—He eliminado el trauma perceptual. El evento ahora es coherente...

—Has eliminado la verdad —me interrumpió—. Has matado a mi abuela otra vez.

Canceló mi pago.

Esa noche, no pude dormir. Le pedí a mi Musa que buscara el concepto de "verdad" en los archivos pre-Síntesis. Los servidores tardaron.

Encontró un texto de la Era del Ruido. Decía: "La verdad no está en la imagen, está en el grano".

Abrí el Archivo-74b de nuevo. Apagué los filtros. Uno por uno. Apagué el balance de blancos. El amarillo inundó la escena, y de repente, se sintió cálido. Apagué la estabilización. El movimiento tembloroso de la mano que sostenía la cámara me hizo sentir que alguien, una persona real, estaba allí. Subí el audio de la abuela Elara.

Su voz era terrible. Fuerte. Desafinada. Y llena de algo que mis algoritmos no podían etiquetar.

Apagué mi Musa.

El silencio en mi cabeza fue ensordecedor. Y entonces, por primera vez, escuché el archivo. Escuché a la abuela cantar. Escuché a la niña llorar. Era insoportable. Era feo.

Era real.